28.12.14

Desastre, por favor.

¿Sabías que el 28 de Abril de 1887 se realizó la primera carrera automovilística de la historia? ¿Y que el mismo día en 1862 comenzó la Batalla de las Cumbres en México? ¿No lo sabías? Pues mejor, olvídalo. Porque ni todo eso, ni que Hitler se casara en la misma fecha en 1945 me importan. 

El centésimo decimoctavo día del año me pertenece, porque experimenté de primera mano ese "cuanto más te odie más te estaré queriendo". Porque desde entonces yo ya sabía que estaba perdida. Y que no me iban a encontrar. Pero no vengo a hablarte de lo jodidamente cursi que me pongo al hablar de él, o de lo sumamente capullo que es cuando hace lo imposible por hacerme rabiar. Solo vengo a darle las gracias.

Las gracias por ser esos 5 minutos más que me regala el despertador los lunes, o el olor a tostadas y café recién hecho de por las mañanas. Por ser un huracán revolviéndome las pestañas y despeinándome el pelo como cuando te plantas frente a la tormenta y dejas que el viento te roce la cara. Por ser solamente el subidón al estar colocada y la euforia de estar borracha. Por saber que cada vez que me irrita con una de sus gilipolleces, es una forma diferente de decir que me quiere. Por dejarme verle ahí sentado, mirándome como si solo conmigo bastara, y por reírse sin dejar que yo aparte la mirada porque sabe que me tiene totalmente ganada. 

Por ser el salvavidas que me saca a flote cuando las peores olas acechan, y ser la copa de Ginebra en las mayores fiestas. Por ser el único capaz de hacerme escribir poesía, prosa, literatura o lo que Dios sabe qué sea esto. 

Por ser la única persona que me respeta más que yo misma.

16.11.14

Me declaro fan de tus 17 otoños.

Qué más dan los kilómetros que separan nuestros hombros si ahí estás. Si ahí está tu clavícula para sacudirse conmigo entre risas y para darme cobijo y recoger mis lágrimas cuando me desborde el llanto. Qué importan las jodidas paradas de tren que hay entre tú y yo si de vez en cuando, con chocolate (y caldo de caracoles) empezamos a hablar. A soñar quiero decir. A planear y a desvirgar los secretos más profundos que solo nuestros oídos saben. Y que nuestras bocas nunca dicen.

Hay sonrisas que sacan sonrisas. Y luego está la tuya que como el caballo de Troya, hace que arda cualquier ser humano que la vea. Que arda en felicidad. Porque por muy puta que sea la vida (o las personas que hay en ella) cuando curvas los labios, lo es mucho menos. Qué más da el sabor amargo del caramelo quemado en los labios, putrefacción en las venas, ardores de estómago o algún orgasmo sin sentido, si luego me haces una buena torre de tortitas con nata y sirope que quita hasta la más jodida de las penas. 

Vaya con tu incondicionalidad. Qué hija de puta. Que no me deja respirar. Que no me deja decir ni una sola mala palabra sobre ti. Y así me va, queriéndote a rabiar y con un puñado de palabras halagadoras hacia esta diecisieteañera novata que no me abandona ni para ir a comprar el pan. Que está ahí, día tras día, año tras año. Tres años van ya. Tres años que hemos vivido separadas y míranos. Que nos volvemos a ver y es como si el tiempo no hubiera pasado. Como si el granito de arena del reloj se hubiera quedado congelado. Y no cae hasta que corres por la estación para darme un abrazo. 

Feliz cumpleaños mi chica. Mi hermana. 
Sigue creciendo tan fuerte, honorable, preciosa, honesta y fascinante como hasta ahora. 
Te amo.

1.11.14

Respuestas.

Imbécil el que ha desaprovechado unos labios como estos. Tengo andares de insegura, mente de insegura, sonrisa de insegura, porque me hicieron creer que era así. Hasta que un día descubrí que de una boca también salen balas. Que tenía que quererme yo antes que cualquier capullo que, sin reparos me hubiera obligado a olvidarme. Me dí cuenta de que tengo siete vidas, y que en realidad solo he malgastado una de ellas y que gastaría las otras seis en enamorar a quien de verdad mereciese la pena. 

Y ahora empiezo a preguntarme por qué soy la chica a la que coges de la mano en un paso de cebra, la que presentas a tu familia, la que te follas en cualquier portal y cuidas por las mañanas en tu cocina. A la que preparas lo único que sabes cocinar. La chica de la que hablas a tus amigos y les dices lo increíble que es, lo guapa que está cuando llega de la calle y se pone esa camiseta ancha tuya que tanto le gusta. Aquella a la que miras como si fuera una niña y a la que amas como a una mujer.

Debería empezar a preguntarme por qué me coges de la cadera en medio del paseo marítimo como si fuera tu mayor tesoro robado. Por qué me mandas mensajes a las 4 de mañana antes de ir a dormir, y me pides que sonría. No porque esté más o menos guapa, sino porque así me haces la vida menos hija de puta. Debería empezar a preguntarme, también, por qué resuelves la ecuación que traigo entre caderas (que mi enunciado es muy simple y la solución son unas cuantas caricias de más)

Y puede ser, simplemente, que haya encontrado 
al que trae la primavera en los ojos
el verano entre las piernas
invierno en sus palabras
y otoño en las pestañas.
Aquel con el que valdría la pena gastar las seis vidas que me quedan.

17.10.14

Tormenta.

Y mis párpados comienzan a abrirse despacio. Como si tuvieran miedo de lo que se extiende ante ellos. Me observo por dentro. No es un infierno cualquiera. Soy yo. Todo oscuro, espeluznante y húmedo. Cada rincón me mira entre gotas de lluvia. La niebla recorre mis costillas adentrándose en los alvéolos. Sin respirar. Destruyendo. Destruyéndome. Las ganas se tiran por el precipicio del esternón, queriendo ser las primeras que llegan a las caderas. Sin conseguirlo.

Según la Real Academia de mi propia lengua, la vida es aquello que los imbéciles dejan esfumar mientras se preocupan de satisfacer. No satisfacerse, si no satisfacer a los demás. Me desenredo los sueños y dejo los recuerdos bien doblados debajo de la almohada. Y las ganas suicidas se quedan a los pies de la cama. Me preparo el desayuno. Me desayuno. A mí misma. A ver si hay algún milagro de salir a flote. Mientras me doy un baño de agua fría. Entre cubitos de hielo que congelan las antiguas promesas y las desechan por el desagüe. 

De puntillas salgo al mundo. Ajena a todo y a todos. Evitando no dejar huellas, ni dactilares ni sentimentales. No vaya a ser que hagan algún rasguño innecesario. Y el silencio acompaña a los tacones rotos, al pintalabios corrido. Y a los gritos ahogados en la mano izquierda. 

Yo, que soy la musa barata de algún poeta borracho que no quiere ninguna musa, me mojo en esa niebla que no me deja ni inhalar ni exhalar, preguntándome por qué hasta ahora la salida de emergencia no me había resultado tan tentadora. 

28.7.14

¼ del primer año de mi vida.

Haces magia y pareces no darte cuenta. Besar. Sentir. Renacer. Brillar. Equivalen a trucos de magia. A conejos que saltan de chisteras. Y como palomas sacadas de una manga aterrizas en las blancas sábanas y me abrazas por la espalda. Como si recorrer la habitación y llegar a donde estamos los dos fuese como recorrer el mundo entero. 

Besarte es curarme. Logras sacar de mis 5 vértebras cervicales todos los monstruos y los temores. Las inseguridades que me atormentan y me persiguen hasta las cenizas cada noche haciendo imposible cada día. Desdoblas las ganas que me faltaban, ahogando las desilusiones y las pesadillas. 

Las venas, las ganas. Las arterias, los miedos. Todo empieza y muere en nuestros corazones. El vaivén, la poca luz. El aire, la electricidad. Nuestras manos aferrándose con un cinturón de seguridad que no cesa ni en las peores turbulencias. Rozando el cielo en el primer beso. Bajando al infierno cuando me muerdes el cuello. Vendiéndole por qué no's al diablo a cambio de placer extremo entre tus dedos. Porque nunca habrá viento demasiado fuerte. Nunca habrá huracanes demasiado rápidos.

Yo necesitaba a alguien que no me rompiese. Tú eras poeta y me clavabas cada sílaba en cada costilla, hasta que se escuchaba crujir. Y encontré a alguien que rompía muros por mi. Por qué evitar sentimientos que te hacen desplegar alas por miedo de estrellarte contra el suelo. Por qué evitar al corazón, si de todas formas iba a seguir palpitando dentro de mí y rasgándome los vestidos. Esos que hace tres meses me quitaba sola y que hoy me quitan tus manos, grandes. Esas manos que abarcan el hueso de mi cadera que tantas noches besaste. Y latimos. Juntos. Y para qué más. 

Esta magia no es un truco al alcance de cualquiera. Pero claro, tú tampoco eres cualquiera.

(en tres meses ir curando cada cicatriz de nuestro pasado abriendo gritas de placer en el presente. 
rimar más meses entre tu clavícula y nuestros sueños.
un roce más en un punto exacto, y me desmoronas todas mis inseguridades.
derecha, izquierda, arriba o abajo, eso no importa mientras no te muevas de mi lado.
te amo)

26.7.14

Mi octava maravilla.

De pequeña me enseñaron que si no sabía algo, tenías que buscarlo en el diccionario. Y eso he hecho. 
amor
(Del lat. amor, -ōris).
1. m. sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.

He encontrado que eres amor. Y ya sé por qué te quiero tanto. Porque eres casa. Eres ese viaje de ida. Eterno. El que no acaba nunca. Eres café por las mañanas. Tú contra Morfeo. Ganas tú. Despertándome. Besándome. Abrazándome.

Eres deseo, sexo, pasión, fuego, vicio. La ropa tirada de mala manera en el suelo. Los prejuicios contigo se quedan a los pies de la cama. Y a patadas los echamos. Temblando. Eres orgasmo. Éxtasis.

Eres creación, inspiración. Como cuando por inercia las olas del mar chocan contra las rocas. Tú por inercia me chocas una letra contra otra produciendo efectos secundarios como este. 

Eres impulso. Cerrar los ojos y que lo único que me detengan sean los semáforos en rojos y las señales de stop. Eres refrán. Aún rompiendo algunos falsos mitos como que todos los caminos llevan a Roma. A mí, todos los caminos me llevan a ti. Esperándome. O esperándote. Pero siempre tú. Perderme, con nuevas salidas y las mismas llegadas. Pero siempre tú.

Eres felicidad, brillo, unidad, belleza y risa. Eres sentimiento, incondicionalidad. Eres el que hace improbable lo imposible. Porque en la improbabilidad, siempre hay una posibilidad. 

Eres uno entre siete billones. Eres mi siete billones personal. Eres mundo, planeta, naturaleza. Eres las 3 patas de mi banco y la única pata de mi mesa. Eres reloj de arena y un botón en pausa. 

Y qué le hago yo si es que mi autosuficiencia no puede sobrevivir sin ti. Si eres mi necesidad más necesitada, mi mayor virtud y mi comida preferida. Eres el azul cielo más claro y sin nubes de todo el año. Y perdurarás. 

Porque eres el anciano arrugado que quiero en la butaca de al lado. Quiero que seas el abuelo de mis nietos.

25.7.14

Nineteen times.

Brillante. Única. Incondicional. Descomunal. Belleza. Alegría. Más alegría. Y felicidad. Fiesta. Increíble. Sencilla. Inteligente. La que más. Un abrazo a las 9 menos 20 cada mañana todos los días durante un curso entero. Y los cuatro que nos quedan, espero.

Que no nos conocemos de toda la vida pero que ya eres más que muchos que llegaron hacen años. Y que te quiero. Imagina cuánto si para mí este día ya está marcado con fluorescente en el calendario, si ya te echo de menos y solo hace una semana que no te veo. Que echo de menos tus comentarios absurdos de aburrida en clase, echo de menos comer juntas y discutir cualquier tema en cuestión, hasta echo de menos esos miles de planes que una vez ideamos y que nunca hicimos.

Quiero que vuelvas ya estés donde estés y darte uno de esos increíbles abrazos que tú solo sabes darme. Completándome. Conectándome. Has hecho mucho, muchísimo por mí, ¿en cuánto? ¿en menos de 9 meses? Un embarazo completo y ya estás casi formando parte de mi familia.

Mi chica cumple ya 19 años y es el primero que pasamos juntas. Bueno, yo en Sevilla y tú en San Diego. Pero juntas. No sabes la de cosas increíblemente buenas que te mereces. Porque eres domadora de sonrisas en cualquier cara, y la mía la tienes tan bien adiestrada que no hay vez que no te vea que no me duelan las costillas y el estómago de reír. Vuelve ya anda. Y sé feliz. Siempre. Porque personas como tú escasean en mi vida y en el mundo. Así que, quédate.

Feliz cumpleaños cariño, sigue tan bonita y tan radiante como siempre.


24.7.14

Puntos cardinales.

Rota. Desganada. Desdeñada. Tibia. Fría. Apática. Indolente. Seca. Inhóspita. Mustia. Sollozante. Extinguida.

Llena de ruido. Ruido que la desenamoraba de la vida. Doblando su cuerpo en dos. Rodeándose con sus brazos. Creyendo que podría partirse por la mitad si lo deseaba un poco más alto. Un poco más fuerte. Como el pinchazo en su pecho. Del ayer. Ayer que cogía polvo, que unía letras y palabras que cada vez tenían menos coherencia.

Enjaulada. Dibujando cinco señales por cinco días. Viendo como las manecillas del reloj seguían moviéndose pero cómo el tiempo se había paralizado. Reloj de arena congelado. Y ella colgando en medio metida en la cama sin ver el sol. Desajustando reglas, perdiendo esperanzas y ganando pesadillas y temores. Esperando que el ruido la hiciese levantarse, espera. La hiciera resurgirse, cree. La hiciese despejarse de aquellas cenizas que ya no eran de ave fénix. Ni de ningún ave. Porque ella ya no sabía volar. Solo sabía echarle cara a los torrentes en contracorriente. Coger su par de remos y tirar hacia delante, aun sin avanzar.

Solo quería releerle la mirada. Una lectura rápida aunque fuese. Pero encontrar música fuera de esa jaula. Un sonido que se colase entre sus poros y poquito a poco le fuese pegando el corazón. Pedazo a pedazo. Ventrículo a aorta. Y dejarse acariciar por la libertad, con la que había soñado tantas veces. Demasiadas. Sabiendo así que podría confiar en ella. En él. Que volvía. Para hacerla feliz, libre. Para hacerla brillar, respirar, volar.

Acariciándole puntos de su vida que ni ella misma conocía.

20.7.14

Vicios que pierden prejuicios.

Y mis manos venga a recordarte cada noche. Derrapo por tu cuello, por tu hombro. Clavícula, esternón. Y tus manos venga a recorrerme cada noche. Y mis ojos venga a correr por la estación buscándote entre caras largas de gente triste. Te veo. Me ves. Te miro. Te sonrío. Me sonríes. Me abrazas. Me metes la lengua hasta el último rincón de mi cuerpo. Me muerdes. Me salvas, me cuidas y atrapas a los monstruos y los humillas. "Ya estoy aquí cariño" Pero yo no me lo creo. Que por fin estés aquí. Que te esté oliendo. Que estés conmigo. Solo conmigo.

Quedémonos con el sentido del tacto, explosivo. Con tocarnos las costillas como si fueran las cuerdas de nuestra guitarra favorita. En nuestros acordes favoritos. Prepárame una ensalada cualquiera porque sabes que de postre te esperan los 2 metros cuadrados de mi piel con tus respectivos 284 lunares, y mi sonrisa después del orgasmo, mejor que cualquier helado de Stracciatella.

Romper todos los vasos del armario para no verlos ni medio llenos ni medio vacíos, mientras gritamos que no podemos parar de querernos. Chillándonos con los ojos que el "no puedo" se ha convertido en un "vamos a hacerlo" El momento es aquí y ahora, aquí y adentro. Siente el tic-tac de la aguja del segundero y haz que los segundos parezcan minutos, que los minutos parezcan horas y cada hora sea tan larga como un maldito año. Quiero sentirte dentro y fuera de mi piel, con los cinco sentidos. O invéntate un sexto si es preciso, pero que no se acabe nunca. Los vecinos nos oyen, pero qué más da. Tú eres cada vez más yo. Y yo soy tú. Nos lamemos, nos curamos las heridas. Nos conjugamos en presente y en plural.

Llámalo egoísmo. Amor. O yo que sé qué mierdas. Pero las ganas de ti me corroen. Me sacias.

Y ahora vete, márchate. Llévate la cuenta atrás en tu espalda. Llévate las ganas de vernos. Llévate, conmigo. Vámonos. Perdámonos en cualquier estación. En verano. En invierno. Perdámonos. Calla al mundo con este adiós que nunca nos diremos. Y si decimos adiós que sea al pasado. A ese que duele. A las puñaladas. A los espejos rotos que han perdido la cuenta de los años de mala suerte. A ese tren que nos separa durante días. Si decimos adiós que no sea a nosotros, pero sí que seamos nosotros. 

Porque nosotros sí se puede conjugar en presente y en plural, cuando toco tu corazón con la punta de la yema del mío.


28.6.14

Dos.

Desde hace unos días, me había decidido a buscar aquello que me faltaba, eso que sentía que se me había perdido y que por su ausencia las palabras ya no brotaban de míi interior. Esta mañana, cuando me has dicho "ay, pues yo quiero que me escribas un tocho así de largo", he encontrado la excusa perfecta para sentarme delante de mi ordenador, y buscarla, a ella, a mi inspiración. He leido relatos de todo tipo, he buscado imágenes que me inspirasen, y nada de ello a servido, nada de ello ha despertado en mi la angustia de tener que decir miles de cosas y no saber por donde empezar. Hasta ahora, que he abierto los ojos y me he dado cuenta de lo que realmente ocurría. Lo estaba haciendo mal, no hay nada que me falte, no hay nada que se asuente y me haga no sentir cosas. Tan solo tengo que saber en qué parte de mi interior buscar. Y tú, so idiota, eres el hueco perfecto en el que alojar mi inspiración, como el hueco que hay en tu cuello donde me alojo minutos antes de irme a dormir. 

Pero no vayas  a pensar que esto lo hago solo porque tú me lo hayas pedido. No. Lo hago porque al fin encontré mi inspiración, el cítrico más dulce que completa a esta media naranja. Yo sé que no soy perfecta, que tengo mis días malos y que no consigo hacerte feliz las 24 horas del día, pero también sé que desde que realmente te conocí hace unos meses, un sentimiento totalmente desconocido por mí se despertó en alguno de los ventrículos que se encuentran en mi lazo izquierdo. Tú me hiciste ver que la vida no es como el teatro, que no se trata de ensayar mil veces hasta conseguir que te salga bien, que se trata de arriesgarse y hacer las cosas sin esperar que nazcan los aplausos y se baje el telón, que se trata de vivir intensamente día a día no tan solo esperando mejorar, si no intentando dar lo mejor de uno mismo sabiendo que esta es la única vida que tenemos.

Hace tres años te juzgué mal, nos juzgamos mal, pero dicen que el destino es muy sabio, y quizás entonces no sabíamos que podríamos formar el mejor de los equipos. Que podríamos ayudarnos el uno al otro a poner los pies en el cielo, demostrarnos que el amor es una historia en el que loco y loca no buscan encontrar la cordura, tan solo quieren disfrutar de su locura. Y que pase lo que pase, estaremos juntos, ya nos haga la vida miles de perrerías. 
Que cuando aquel día, bajé a mi portal y te vi sentado en aquel banco, me hiciste sentir flor entre tanto capullo que hay en el mundo. Aunque suene muy cursi, es así, tal cual. Porque jamás pensé que tú, precisamente tú, me hicieras sentir tantísimas cosas a la vez. Pero claro, ahora sé que eres como eres: soñador, transparente, risueño, capaz de todo, imprescindible, tenaz, mi amor hecho persona. 

Porque hoy no solo te tengo que dar gracias por estos dos meses y por tu grata compañía, si no también porque me has vuelto a parar el tiempo, has detenido las manecillas del reloj en ese minuto exacto, y no quiero volver a ponerle las pilas y que de nuevo el tiempo nos ponga contracorriente. Quiero seguir pensando que un lunes con tu risa puede ser perfectamente mejor que un sábado noche, que es momento de que nos tiemblen las rodillas, de perder los principios y empezar por los finales, de vivir lento (que ya aumentaremos el rito por las noches). Quiero querer romper estas cuatro paredes a tu lado, dejarlas hecha añicos, que nos miren y piensen que hemos reducido a cenizas todo lo que teníamos. Pero lo que no saben es que aun nos tendremos el uno al otro y ya habremos salido de la jaula. ¿Entiendes? Habremos roto los barrotes, habremos volado, habremos dejado de inhalar y exhalar y habremos vuelto a vivir.

7.6.14

Metamorfosis.

Sin petición, así porque sí. No como una sugerencia. La vida coge y te saca la ropa del armario, cambia los muebles de sitio e invierte el cabecero de la cama. Sin querer queriendo, la vida va y te cambia de prota y mejora el guión. Solo queda aceptarlo, y asegurar que a veces, cuando te olvidas de todo, te das cuenta de que eso era realmente lo que querías. 

26.5.14

28.

Todo es negro y siento como las cuatro paredes de este hoyo me aprisionan y casi me dejan sin respiración. Me falta el aire y las piernas me tiemblan, la luz allá arriba es cada vez más fuerte, aunque por más esfuerzos que hago, no soy capaz de alcanzar un pequeño rayo de Sol. Me ahogo, me ahogo entre lágrimas secas. Las rodillas y los tobillos me fallan, estoy a punto de derrumbarme. Sujeto con mis manos aquellas paredes intentando sin ningún resultado, escapar de aquella presión. El suelo está cada vez más cerca de mi rostro, el olor a tierra mojada comienza a invadirme. Un último vistazo al pequeño haz de luz, y le veo. Hay alguien ahí fuera, veo esa sonrisa. Intento gritar, pero es demasiado tarde. Ya solo hay oscuridad y olor a campo húmedo.

La adrenalina sube por mi estómago y llega hasta mi garganta, hasta que huye de mi con un grito mudo y un sudor frío cayendo por mi frente. La luz que entra por la cortina apenas opaca me deslumbra y me castigo por no haber bajado la persiana por la noche. Cuando ya no necesito entrecerrar los ojos y me acostumbro a la claridad, percibo que mi respiración es totalmente arritmica y acelerada, por lo que decido concentrarme en cada uno de mis músculos, intentado eliminar toda tensión que haya en ellos, relajando y controlando, o intentando controlar, mis inspiraciones. Pero cuando al fin consigo calmarme, a mi derecha un fuerte suspiro vuelve acelerarme el corazón. Acostumbrada a dormir sola, aquello era un factor sorpresa para mí. 

Me acerco al borde de mi cama que coincide con el perímetro de la suya, y suavemente, intentando no despertarle, le acaricio la cara. Tan suave e impoluta como siempre. Las sábanas le dejan al aire medio pecho desnudo, y sus clavículas se marcan con cada movimiento que el sueño que debe estar teniendo le provoca; ese mismo movimiento que le aleja del filo de la cama en el que yo me encuentro, dejando un hueco entre él y yo que delicadamente salvo escurriéndome a su lado entre las sábanas. A pesar de lo pequeñísima que soy, él es tan grande que ocupa casi todo el colchón, por lo que mido meticulosamente la distancia exacta para no despertarle pero sí para percibir su olor. El perfume entre los perfumes, ese que no se vende en ninguna tienda, el olor de su cuerpo que me quema la nariz provocando un placer enorme que desemboca en una sonrisa. Me apetece besarle, peros si lo hago se despertará. Me acerco un poco más, casi puedo sentir un leve roce de nuestras narices, y acaricio sus labios con los míos. Es tentador, pero me controlo, solo un rato más, hasta que le noto suspirar y me despego para ver sus ojos entreabrirse, intentando entender por qué no estoy en la cama de al lado, ya que en esa apenas cabemos los dos. 

Y de repente, clava sus pupilas en las mías, sonríe y descansa su cabeza sobre mi pecho. Y mientras hundo la nariz en su pelo, una sensación de felicidad máxima me invade. Es entonces cuando lo comprendo. Los pozos en mis sueños, las cuatro paredes presionándome, la oscuridad y el rayo de luz que nunca puedo alcanzar. Y la sonrisa. Esa misma sonrisa que sé que ahora mismo él tiene en su cara, mientras me rodea con sus brazos y respira al compás de mis latidos. Siempre fue él; él y su sonrisa. 

Quizás en sueños no pueda alcanzar tu sonrisa y gritar y decirte que me ayudes, pero en la realidad, ni palabras hicieron falta para que me abrazases, me sonrieses y me dijeses, que todo iba a salir bien. 

20.5.14

Dulce locura.

Qué difícil es escribir una carta. Sentarse delante de un folio en blanco, boli en mano y ponerse a redactar sentimientos. Por ello, como ese, mi plan A me falla, tenía un plan B guardado debajo de la almohada: simplemente sentir. Sentir cada letra y cada palabra, que los párrafos exploten por todos el afecto que llevan entre líneas. Así que, allá voy.

Hunter S. Thompson dijo una vez que si algo (o alguien) te hace correr la sangre, es que merece la pena. Y a día de hoy, puedo decir que no estoy totalmente de acuerdo con este gran señor. Cuando un solo mensaje te cambia la vida; cuando una persona al borde del suicidio te da la vida, empiezas a replantearte muchas cosas, y sobre todo a preguntarte otras tantas. ¿Por qué a mí? ¿Dónde estuvo todos estos años? ¿Cúanto tiempo se quedará?. 

Citando a otro de los grandes, Shakespeare acertó al decir que el tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad. Un solo segundo en el tren separada de ti por el cristal y los segundos se vuelven años. Un solo día tú en Almería y yo en Sevilla y las horas se vuelven siglos. Una sola noche sin sentir tus brazos rodeando mi cintura y la madrugada se vuelve la boca del infierno de Dante.

Recuerdo con exactitud cuando una vocecita dentro de mí me susurraba noche y día "Sí Nerea, le gustas..", y cuando esa misma vocecita me gritaba a los cuatro vientos "Sí Nerea, joder, deja de engañarte, TE GUSTA". Y así es, ya lo sabes, me gustas. Me gustas cuando tuerces la boca al sonreir y tu mueca se convierte en dulzura y picardía. Me gustas porque te alborotas el pelo y levantas las cejas dejando caer un mechón en el sitio perfecto de la frente. Me gustas porque te despiertas a media noche para besarme, decirme que me quieres y volverte a dormir. Me gustas porque escribes las metáforas más bonitas y transparentes que he leido jamás. Me gustas porque nunca nadie me había visto al final del vacío y sin apenas conocerme no me había ofrecido su mano, si no su cuerpo entero para llevarme a pisar tierra firme y quedarse conmigo. 

Hace poco me dijiste algo que hizo que las chispas saltasen dentro mi: "ojalá algún día llegues a sentir lo mismo por mi; ojalá algún día me ames la mitad de lo que le amabas a él.." Y hoy te digo la verdad: ojalá algún día comprendas que cuando te ame, no te amaré más o menos que a él, te amaré con todas la poca fuerza que mi diminuto cuerpo tiene, pero lo haré con todas ellas; no te amaré más o menos que a él, te amaré mejor y con más ganas de lo que jamás amé; no te amaré más o menos que a él, te amaré de una forma tan distinta como el blanco y el negro. Un amor correspondido a tu persona. Un amor que fluya en este mundo en el cual ya me siento más cómoda que en el mío propio. Tu mundo. 

Podría extenderme más y escupir mis sentimientos sobre este lienzo, pero para eso prefiero los besos. Ya solo me queda por decir que estoy más del lado de Shakespeare que de Thompson. No me queda tiempo en esta vida para estar sin ti; pero ni mucho menos malgastaría mi tiempo si valieses la pena. Y es que tú, amor, no vales la pena, si no la alegría. Gracias por cambiar la vida por una locura. Nuestra dulce locura.

5.5.14

Effective area.

-Déjala en paz -gritaba él.

-Tú solo le haces sufrir, con ilusiones y falsas esperanzas, esperando algo que yo sé que nunca llegará -le reprochaba ella.

-Y tú la empujas todas las noches a abrazar la puta almohada llorando por una incierta realidad que supones. Solucionas su vida como si de una ecuación se tratara, con una dosis de visión objetiva, sin contar lo que se mezcla con su sangre, lo que cada momento le inyecta en vena. ¿Qué es peor? -sin más le retaba, aun sabiendo que ella le reprocharía.

-Tú eres peor. Le haces sentir, desear, amar y odiar. Le proporcionas miles de emociones por segundo, el cuadrado de la superficie de lo que realmente ocurre.

-Lo acepto, se que puede que llore a veces por mi culpa y que le haga entregarse demasiado -la razón sonrió creyendo haber impuesto su estúpida visión- pero recuerda que él está en su vida y quien se le desboca cuando le ve soy yo, y quien termina roto, vuelvo a ser yo. Pero quien no arriesga no gana. Y si la llevo por el camino con más tempestades es solo para que cuando lo consiga pueda decir: 'me ha costado, pero lo que conseguido'; y si no lo hace podrá afirmar que no se quedó en la cama, ahí donde tú le insistes que se quede, llorando e intentanfo borrar lo permanente, su recuerdo, su mirada, la piel erizada tras un beso, un abrazo, su olor. ¿Qué quieres hacer de ella? ¿Una mujer fuerte y que se enfrente a sus problemas; o una niñata ahogada en lágrimas por una visión de lo real que ni siquiera tiene por qué ser cierta? Tanto tú como yo la guiaremos por un camino, pero te aseguro que yo siempre seré el más fuerte en esto. Lo siento, a veces se gana, pero esta vez te ha tocado perder. -y silencio. El corazón sabía que esta vez, había vuelto a ganar.

4.5.14

Querido presente, pasado y..

«¿Que cual fue mi error? Dártelo todo, disfrutar cada momento como si fuera a ser el último, sin pensar en un futuro contigo que ya llegó, y que jamás pensé que fuese a ser así. Aproveché todas esas conversaciones discutiendo sobre quien quería más. Te esperaba cada fin de semana hasta las 12 de la noche hasta que aparecieses en la lista de conectados. Te repetía trillones de veces lo guapo que eras. Guardé todo el dinero que tenía para comprar un billete de tren para verte. Gasté todo mi entusiasmo en quererte. Me preocupé por tus exámenes, tus peleas, tus malos momentos. Sonreía cada día sabiendo que eras feliz. Planeaba sorpresas para ti. Te quería sin que me importase nada, ni siquiera lo que tú no sentías. Aceptaba cada beso que te daban y que tú devolvías. Nunca te reclamé nada. Nunca te obligué nada. Nunca te pedí lo que sabía que tú no darías. Te defendí ante todos los que decían que jugabas conmigo, que no eras bueno. Le lloraba a la distancia, para luego volverme fuerte y saber que valías la pena y que ella no iba a impedir nada. La acepté a ella. Ni siquiera le puse mala cara. Le sonreí. Ni siquiera le hablé mal alguna vez. Lo hice por ti. Pero después de todo, el futuro ha llegado, ese maldito futuro y ese maldito momento que me pone contra la espalda y la pared. Porque ya me cansé de todo. Me cansé de tener que maquillarme con una falsa sonrisa todos los días. Porque lo que antes era bonito recordar ahora solo me tortura.


No sé que va a pasar dentro de una semana. Ni siquiera sé si pasará algo. Lo único que sé es que ese fin de semana será decisivo. O mi vida vuelve a recomponerse, o tú te vas de ella. Y esta vez de todas las formas posibles. Porque no quiero que dentro de unos años, cuando me acuerde de ti, seas algo horrible y doloroso. Quiero recordar cada palabra y cada mirada sintiendo la buena sensación que causaron en su momento.»



- Y en un futuro atroz lo confirmo, te convertiste en los ojos más preciosos y escalofriantes que espero, no tener que volver a mirar jamás.


J.A.P

Corría por sus venas más adrenalina que sangre, con cada ventrículo del corazón lleno de partículas nerviosas activando sus sentidos. El aire que entraba por la ventanilla acariciaba su pelo convirtiéndolo en una telaraña castaña. La música explotaba en los altavoces e inundaba todos los huecos de aquel coche, haciendo que los huesos se moviesen solos balanceando los cuerpos llenos de espíritu al son de la canción. Un movimiento hacia la derecha y caería en su hombro; un giro de cabeza y miraría sus labios; una pequeña sonrisa y tendría su sabor. 


No había nada más, ni complicaciones, ni normas, ni horarios, ni limitaciones. Solo una carretera a cualquier lugar y unas ganas tremendas de comerse el uno al otro. Miró por la ventana y sintió que todo aquello del exterior le venía pequeño, toda aquella inmensidad simplemente era una pequeña porción de lo que él le estaba regalando. 



Aquella voz lo dijo masticando cada letra y escupiéndola directamente a su interior: "..Culpable de quererte tanto que me equivoqué, Culpable de pedir perdón, de no saber cuál fue mi error.." Pero no, ya no. Ya no tenía miedo a equivocarse. Había pisado el acelerador y le daba más que igual estrellarse, tan solo por el hecho de saber que esta vez era diferente, que aquel mundo nuevo para ella podría convertirse en el propio. Clavando la mirada en las pequeñas luces que aparecían en mitad de la noche, lo supo. Al día siguiente todo volvería a ser rutina, pero esta vez no tenía la sensación de desaucio por echar de menos. Esta vez sabía que él volvería, y eso es lo que le hacia feliz.

23.4.14

Nadie muere por nadie.

La fuerza era su mejor virtud. Siempre tirando hacia delante, nunca hacia atrás. Ni el pasado, ni las personas que habitaban en él pudieron con su fortaleza. Vivía tragando, aceptando, digiriendo coágulos de dolor, virus de infidelidad, seca de incondicionalidad.  

En la habitación de la clínica en una mañana de Marzo se condensaba aquel diagnóstico. Cáncer. Cronicidad es lo que ella esperaba. Sentada en aquella cama apenas sentía el roce de las sábanas. Notaba como si miles de hormigas le subieran por las piernas, como si una niebla contaminada le cegase y oprimiese cada rincón de su cerebro. La desesperación tiraba de las riendas de su vida, golpeándola sin ni siquiera darle tregua a descansar.

Y es que así era. Metástasis. Esa cronicidad se estaba adueñando de ella, pero ni eso ni las recomendaciones médicas le iban a parar. Luchar no era ninguna opción pero sí su última salida. Dicen que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Después de todo, perder la visión era uno de sus últimos problemas. Lo que no sabía era lo mucho que aún le quedaba por ver.

Nadie supo más qué pasó con su enfermedad. Ella nunca comprendió que chiste le había gastado la vida para hacerla reír tanto como lo hizo entonces. Ir de célula en célula metamorfoseando lo bueno en malo era algo que ya había pasado a la historia. La sangre que escupía su cansado corazón se teñía de un color celeste intenso perdiendo cada traza roja del pasado. Sangre nueva, sangre limpia.

Luchar ya había pasado de ser su última salida a ser su última opción. Sonreír se había convertido en su toque de queda.

Por muchos días que pasasen aún sentía el re-gustillo del dolor, pero orgullosa comenzaba a sentir el gustazo del placer. Desde luego, una carta de suicidio le había salvado de la vida. Irónicamente rehízo de la tristeza la alegría, del adiós un nuevo saludo. Cerró una puerta antigua y abrió miles de ventanas innovadoras. Se quitó las vendas que le impedían hacer honor a esa valentía, y cogida de su mano, se quitó la pistola de la cabeza olvidando las amenazas de que alguien muere por alguien y acertando en que la vida no se acaba por perder una batalla, su no que se acaba cuando ya no quieres seguir en la guerra.

30.3.14

Troublemaker.

Nunca me ha gustado hacer la cama. Cada vez que estiro las sábanas pienso ¿quién fue el amargado al que se le ocurrió hacer esto? Que sí, que a todos nos encanta que llegue la hora de ir a dormir y encontrar unas bonitas sábanas suaves y blancas que esté bien planchadas y sin doblé. Pero suelen decir que las mejores cosas de la vida, despeinan. 

¿Hacer el amor? Despeina. ¿Reírse a carcajadas? Despeina. ¿Un parque de atracciones? Despeina. ¿Correr y saltar? Despeina. ¿Bañarse en el mar? Despeina. ¿Abrazar? Despeina. ¿Besar? Despeina.

Pero.. ¿y vivir? ¿Vivir despeina? Eso tan solo depende de algo, de ti. Depende de si miras a la vida a los ojos, o sin embargo prefieres agachar la cabeza.

Últimamente he aprendido que hay que mirar a los ojos de la vida, enfrentar siempre con una sonrisa los problemas, y mantener de música de fondo el qué dirán, como cuando tienes alguna canción a todo volumen pero no te paras a escuchar la letra. Solo escuchas la melodía, y con toda la motivación que te proporciona, coges impulso y vas y haces lo que ellos mismo catalogaban como imposible. Y es que, escuchar música también despeina, bailar, dejarse llevar, sentir y no pensar. 

Si te das cuenta, los momentos más intensos son aquellos que no se planean. Párate a pensar ¿por qué a la gente le gustan tanto las sorpresas? A mí me encantan las sorpresas. Porque también se deshacen, te despeinan y te da igual. Lloras, das saltos, abrazas, besas (e incluso luego haces el amor), y no te importa que tu pelo no esté liso e impoluto. No. Solo te importa el momento, la compañía y la dedicación.

¿Y la magnífica sensación del viento contra tu cara? Eso también despeina. Es la mejor reflexión del mundo. Un soplido que se lleva las dudas, las preguntas sin respuestas, los problemas y las malas sensaciones. Solo queda una bocanada de aire fresco en tus pulmones, haciendo que tu sangre fluya en las venas como si de tranquilidad se tratase, y es en ese momento, justo cuando cierras los ojos y respiras, cuando sabes que todo va a salir bien, que pase lo que pase, es ley de vida ser feliz. 

Hay infinitos ejemplos de por qué cuando la vida te despeina es sinónimo de felicidad, pero desde que te das cuenta de uno de ellos, desde que vives un momento así, no quieres volver a peinarte, solo quieres que el viento siga soplando y que la cama siga deshecha. Por ello, cuando por seguir las normas de esta absurda sociedad arreglo mi cama por las mañanas, ya pienso en el momento en el que me voy a tirar en ella, edredón aún puesto, y me reiré, me reiré hasta que termine con lágrimas en los ojos de la plenitud. Por ello, ya estoy deseando que llegue alguien que con las mismas ganas de vivir que yo, ría conmigo hasta que esas teóricas mariposas en el estómago, se conviertan en elefantes.