20.5.14

Dulce locura.

Qué difícil es escribir una carta. Sentarse delante de un folio en blanco, boli en mano y ponerse a redactar sentimientos. Por ello, como ese, mi plan A me falla, tenía un plan B guardado debajo de la almohada: simplemente sentir. Sentir cada letra y cada palabra, que los párrafos exploten por todos el afecto que llevan entre líneas. Así que, allá voy.

Hunter S. Thompson dijo una vez que si algo (o alguien) te hace correr la sangre, es que merece la pena. Y a día de hoy, puedo decir que no estoy totalmente de acuerdo con este gran señor. Cuando un solo mensaje te cambia la vida; cuando una persona al borde del suicidio te da la vida, empiezas a replantearte muchas cosas, y sobre todo a preguntarte otras tantas. ¿Por qué a mí? ¿Dónde estuvo todos estos años? ¿Cúanto tiempo se quedará?. 

Citando a otro de los grandes, Shakespeare acertó al decir que el tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad. Un solo segundo en el tren separada de ti por el cristal y los segundos se vuelven años. Un solo día tú en Almería y yo en Sevilla y las horas se vuelven siglos. Una sola noche sin sentir tus brazos rodeando mi cintura y la madrugada se vuelve la boca del infierno de Dante.

Recuerdo con exactitud cuando una vocecita dentro de mí me susurraba noche y día "Sí Nerea, le gustas..", y cuando esa misma vocecita me gritaba a los cuatro vientos "Sí Nerea, joder, deja de engañarte, TE GUSTA". Y así es, ya lo sabes, me gustas. Me gustas cuando tuerces la boca al sonreir y tu mueca se convierte en dulzura y picardía. Me gustas porque te alborotas el pelo y levantas las cejas dejando caer un mechón en el sitio perfecto de la frente. Me gustas porque te despiertas a media noche para besarme, decirme que me quieres y volverte a dormir. Me gustas porque escribes las metáforas más bonitas y transparentes que he leido jamás. Me gustas porque nunca nadie me había visto al final del vacío y sin apenas conocerme no me había ofrecido su mano, si no su cuerpo entero para llevarme a pisar tierra firme y quedarse conmigo. 

Hace poco me dijiste algo que hizo que las chispas saltasen dentro mi: "ojalá algún día llegues a sentir lo mismo por mi; ojalá algún día me ames la mitad de lo que le amabas a él.." Y hoy te digo la verdad: ojalá algún día comprendas que cuando te ame, no te amaré más o menos que a él, te amaré con todas la poca fuerza que mi diminuto cuerpo tiene, pero lo haré con todas ellas; no te amaré más o menos que a él, te amaré mejor y con más ganas de lo que jamás amé; no te amaré más o menos que a él, te amaré de una forma tan distinta como el blanco y el negro. Un amor correspondido a tu persona. Un amor que fluya en este mundo en el cual ya me siento más cómoda que en el mío propio. Tu mundo. 

Podría extenderme más y escupir mis sentimientos sobre este lienzo, pero para eso prefiero los besos. Ya solo me queda por decir que estoy más del lado de Shakespeare que de Thompson. No me queda tiempo en esta vida para estar sin ti; pero ni mucho menos malgastaría mi tiempo si valieses la pena. Y es que tú, amor, no vales la pena, si no la alegría. Gracias por cambiar la vida por una locura. Nuestra dulce locura.