¿Sabías que el 28 de Abril de 1887 se realizó la primera carrera automovilística de la historia? ¿Y que el mismo día en 1862 comenzó la Batalla de las Cumbres en México? ¿No lo sabías? Pues mejor, olvídalo. Porque ni todo eso, ni que Hitler se casara en la misma fecha en 1945 me importan.
El centésimo decimoctavo día del año me pertenece, porque experimenté de primera mano ese "cuanto más te odie más te estaré queriendo". Porque desde entonces yo ya sabía que estaba perdida. Y que no me iban a encontrar. Pero no vengo a hablarte de lo jodidamente cursi que me pongo al hablar de él, o de lo sumamente capullo que es cuando hace lo imposible por hacerme rabiar. Solo vengo a darle las gracias.
Las gracias por ser esos 5 minutos más que me regala el despertador los lunes, o el olor a tostadas y café recién hecho de por las mañanas. Por ser un huracán revolviéndome las pestañas y despeinándome el pelo como cuando te plantas frente a la tormenta y dejas que el viento te roce la cara. Por ser solamente el subidón al estar colocada y la euforia de estar borracha. Por saber que cada vez que me irrita con una de sus gilipolleces, es una forma diferente de decir que me quiere. Por dejarme verle ahí sentado, mirándome como si solo conmigo bastara, y por reírse sin dejar que yo aparte la mirada porque sabe que me tiene totalmente ganada.
Por ser el salvavidas que me saca a flote cuando las peores olas acechan, y ser la copa de Ginebra en las mayores fiestas. Por ser el único capaz de hacerme escribir poesía, prosa, literatura o lo que Dios sabe qué sea esto.
Por ser la única persona que me respeta más que yo misma.