Desde hace unos días, me había decidido a buscar aquello que me faltaba, eso que sentía que se me había perdido y que por su ausencia las palabras ya no brotaban de míi interior. Esta mañana, cuando me has dicho "ay, pues yo quiero que me escribas un tocho así de largo", he encontrado la excusa perfecta para sentarme delante de mi ordenador, y buscarla, a ella, a mi inspiración. He leido relatos de todo tipo, he buscado imágenes que me inspirasen, y nada de ello a servido, nada de ello ha despertado en mi la angustia de tener que decir miles de cosas y no saber por donde empezar. Hasta ahora, que he abierto los ojos y me he dado cuenta de lo que realmente ocurría. Lo estaba haciendo mal, no hay nada que me falte, no hay nada que se asuente y me haga no sentir cosas. Tan solo tengo que saber en qué parte de mi interior buscar. Y tú, so idiota, eres el hueco perfecto en el que alojar mi inspiración, como el hueco que hay en tu cuello donde me alojo minutos antes de irme a dormir.
Pero no vayas a pensar que esto lo hago solo porque tú me lo hayas pedido. No. Lo hago porque al fin encontré mi inspiración, el cítrico más dulce que completa a esta media naranja. Yo sé que no soy perfecta, que tengo mis días malos y que no consigo hacerte feliz las 24 horas del día, pero también sé que desde que realmente te conocí hace unos meses, un sentimiento totalmente desconocido por mí se despertó en alguno de los ventrículos que se encuentran en mi lazo izquierdo. Tú me hiciste ver que la vida no es como el teatro, que no se trata de ensayar mil veces hasta conseguir que te salga bien, que se trata de arriesgarse y hacer las cosas sin esperar que nazcan los aplausos y se baje el telón, que se trata de vivir intensamente día a día no tan solo esperando mejorar, si no intentando dar lo mejor de uno mismo sabiendo que esta es la única vida que tenemos.
Hace tres años te juzgué mal, nos juzgamos mal, pero dicen que el destino es muy sabio, y quizás entonces no sabíamos que podríamos formar el mejor de los equipos. Que podríamos ayudarnos el uno al otro a poner los pies en el cielo, demostrarnos que el amor es una historia en el que loco y loca no buscan encontrar la cordura, tan solo quieren disfrutar de su locura. Y que pase lo que pase, estaremos juntos, ya nos haga la vida miles de perrerías.
Que cuando aquel día, bajé a mi portal y te vi sentado en aquel banco, me hiciste sentir flor entre tanto capullo que hay en el mundo. Aunque suene muy cursi, es así, tal cual. Porque jamás pensé que tú, precisamente tú, me hicieras sentir tantísimas cosas a la vez. Pero claro, ahora sé que eres como eres: soñador, transparente, risueño, capaz de todo, imprescindible, tenaz, mi amor hecho persona.
Porque hoy no solo te tengo que dar gracias por estos dos meses y por tu grata compañía, si no también porque me has vuelto a parar el tiempo, has detenido las manecillas del reloj en ese minuto exacto, y no quiero volver a ponerle las pilas y que de nuevo el tiempo nos ponga contracorriente. Quiero seguir pensando que un lunes con tu risa puede ser perfectamente mejor que un sábado noche, que es momento de que nos tiemblen las rodillas, de perder los principios y empezar por los finales, de vivir lento (que ya aumentaremos el rito por las noches). Quiero querer romper estas cuatro paredes a tu lado, dejarlas hecha añicos, que nos miren y piensen que hemos reducido a cenizas todo lo que teníamos. Pero lo que no saben es que aun nos tendremos el uno al otro y ya habremos salido de la jaula. ¿Entiendes? Habremos roto los barrotes, habremos volado, habremos dejado de inhalar y exhalar y habremos vuelto a vivir.