24.12.15

Hoy

Una vez me dijeron que si no sabía lo que sentía o no sabía cómo sentirlo, que lo escribiera. Sobre lo bueno o lo malo, sobre la guerra, el amor, el sexo, el orgasmo. No importa si el príncipe azul estaba de paso o si el hombre del saco quería quedarse. Que lo escribiera, en verso o en prosa. Qué más daba. Que me lanzara aurícula dentro con destino ventrículo izquierdo. Directa al alma. Y hoy estoy en sangre.
La vida me ha comprado 20 años que no he sabido utilizar. Aunque sí que he aprovechado. He amado hasta sentir que mi piel pertenecía a otro cuerpo, y he sufrido hasta creer que la salida de emergencia no sonaba tan mal aunque no fuera opción. He cometido errores. Y vaya orgasmos. Perdón, vaya errores. La vida me ha vendido a precio de pistola y bala más de una lección, más de un monstruo que a día de hoy me atemoriza, me acuchilla. Y yo aquí, sin poder gritar.
Y ahora es el momento de coger al toro por los cuernos. O mejor aún. Es hora de coger a la vida por los huevos y aceptar, que el miedo no me va a dar más sonrisas, ni más caricias, ni más orgasmos, ni más besos. Y que si le planto cara, quizás, solo quizás, el gato no muera por la curiosidad. Si no que sea esta, la que se desangre entre las garras del gato.

Y puede ser, 
que entre línea en prosa y verso,
descubra al fin 
que la vida aún va a comprarme más años,
y más pistolas, 
y más balas,
pero que solo yo decido
por quién apretar el gatillo.