La vida me ha comprado 20 años que no he sabido utilizar. Aunque sí que he aprovechado. He amado hasta sentir que mi piel pertenecía a otro cuerpo, y he sufrido hasta creer que la salida de emergencia no sonaba tan mal aunque no fuera opción. He cometido errores. Y vaya orgasmos. Perdón, vaya errores. La vida me ha vendido a precio de pistola y bala más de una lección, más de un monstruo que a día de hoy me atemoriza, me acuchilla. Y yo aquí, sin poder gritar.
Y ahora es el momento de coger al toro por los cuernos. O mejor aún. Es hora de coger a la vida por los huevos y aceptar, que el miedo no me va a dar más sonrisas, ni más caricias, ni más orgasmos, ni más besos. Y que si le planto cara, quizás, solo quizás, el gato no muera por la curiosidad. Si no que sea esta, la que se desangre entre las garras del gato.
Y puede ser,
que entre línea en prosa y verso,
descubra al fin
que la vida aún va a comprarme más años,
y más pistolas,
y más balas,
pero que solo yo decido
por quién apretar el gatillo.