La fuerza era su mejor virtud. Siempre tirando hacia delante, nunca hacia atrás. Ni el pasado, ni las personas que habitaban en él pudieron con su fortaleza. Vivía tragando, aceptando, digiriendo coágulos de dolor, virus de infidelidad, seca de incondicionalidad.
En la habitación de la clínica en una mañana de Marzo se condensaba aquel diagnóstico. Cáncer. Cronicidad es lo que ella esperaba. Sentada en aquella cama apenas sentía el roce de las sábanas. Notaba como si miles de hormigas le subieran por las piernas, como si una niebla contaminada le cegase y oprimiese cada rincón de su cerebro. La desesperación tiraba de las riendas de su vida, golpeándola sin ni siquiera darle tregua a descansar.
Y es que así era. Metástasis. Esa cronicidad se estaba adueñando de ella, pero ni eso ni las recomendaciones médicas le iban a parar. Luchar no era ninguna opción pero sí su última salida. Dicen que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Después de todo, perder la visión era uno de sus últimos problemas. Lo que no sabía era lo mucho que aún le quedaba por ver.
Nadie supo más qué pasó con su enfermedad. Ella nunca comprendió que chiste le había gastado la vida para hacerla reír tanto como lo hizo entonces. Ir de célula en célula metamorfoseando lo bueno en malo era algo que ya había pasado a la historia. La sangre que escupía su cansado corazón se teñía de un color celeste intenso perdiendo cada traza roja del pasado. Sangre nueva, sangre limpia.
Luchar ya había pasado de ser su última salida a ser su última opción. Sonreír se había convertido en su toque de queda.
Por muchos días que pasasen aún sentía el re-gustillo del dolor, pero orgullosa comenzaba a sentir el gustazo del placer. Desde luego, una carta de suicidio le había salvado de la vida. Irónicamente rehízo de la tristeza la alegría, del adiós un nuevo saludo. Cerró una puerta antigua y abrió miles de ventanas innovadoras. Se quitó las vendas que le impedían hacer honor a esa valentía, y cogida de su mano, se quitó la pistola de la cabeza olvidando las amenazas de que alguien muere por alguien y acertando en que la vida no se acaba por perder una batalla, su no que se acaba cuando ya no quieres seguir en la guerra.